domingo, 14 de septiembre de 2014

El abuelo que saltó por la ventana y se largó

El abuelo que saltó por la ventana y se largó es la primera novela del escritor y periodista sueco Jonas Jonasson (Per Ola Jonasson), publicada en 2009 y adaptada al cine en 2014.






Allan Karlsson vive en una residencia de ancianos en la ciudad sueca de Malmköping y el día en que cumple cien años decide fugarse poco antes de la celebración preparada por el alcalde y todo el personal de la residencia. Sin un destino claro se dirige a la estación de autobuses donde un joven le pide que vigile su maleta mientras va al baño, pero su tardanza hace que Allan se suba en el siguiente autobús llevándose el equipaje. Tras un recorrido no muy largo llega a una vieja estación de tren abandonada donde vive Julius quien, de manera inesperada se convierte en su compañero de viaje.




Es a partir de este momento cuando da comienzo una historia de persecución a dos bandas: por un lado, la policía, que quiere desvelar el misterio del centenario desaparecido y por otro, la banda criminal Never Again, que busca recuperar la maleta y su misterioso contenido. Contamos aquí con una narración desde diferentes puntos de vista, lo que aporta información acerca de los distintos escenarios de la trama: conocemos de primera mano el momento en el que Allan se escapa, el momento en que en la residencia descubren que no está en su habitación o el momento en el que el joven de la maleta se da cuenta de que un anciano se la ha robado.




El libro está dividido en dos partes. Una nos cuenta la historia del Allan centenario que decide fugarse y vivir su vida y, otra, la historia de cómo Allan creció y vivió en diferentes lugares en un mundo marcado por la guerras, las traiciones políticas y las revoluciones obreras. La evolución de estas dos historias hace que la narración se desarrolle en círculo y que se completen la una a la otra. Si bien es cierto que la historia de la vida de Allan trata de mostrar una visión en retrospectiva de la vida de un anciano centenario, las dos narraciones tienen sentido por separado, ya que en la nueva aventura de Allan apenas se hace referencia a su pasado o su procedencia.

Estos dos escenarios están tratados desde la más pura e ilógica comicidad en la que se suceden situaciones imposibles y sin sentido que le dan una nueva dimensión a la figura de los protagonistas ya que, ante la mayor falta de cordura actúan con total normalidad.




Del mismo modo, el tratamiento de los personajes, aunque sentimental, está cargado de humor, lo que les da una visión realista, muy humana y entrañable. Todos empiezan siendo personajes totalmente imperfectos y, en cierto sentido, desgraciados en sus vidas, pero con el paso del tiempo van adquiriendo otras muchas cualidades que hacen que el lector les coja un cierto cariño. Este humor es incluso evidente en las descripciones de sus propias acciones y pensamientos, donde poco importa que nos encontremos ante el jefe de una banda criminal, un vendedor de salchichas o un conocido ratero de pueblo ya que en esta historia nada tiene sentido.

Este enfoque se extiende además a las propias acciones del protagonista quien, a sus cien años y durante toda su vida vive grandes aventuras un tanto inverosímiles, como codearse con las personalidades políticas más influyentes del sigo XX. Este tipo de cosas son las que le dan interés al libro, lo que hace que en el medio el lector se eche a reír ante el tinte absurdo de lo que está leyendo.

Pero dejando de lado el tinte más humorístico y absurdo del libro, parece evidente que nos encontramos ante una crítica mordaz a la sociedad del último siglo, a cómo se han ido desarrollando las cosas, a cómo se han desatado guerras y se han ganado o perdido, a la indiferencia de los gobernantes hacia todo lo que no les supone un beneficio económico o de estatus social. De hecho, son recurrentes las alusiones a la corrupción como forma de ascender en el mundo de la política.

En todas las situaciones descritas, en las que siempre hay importantes personajes políticos de por medio, hay una clara crítica a determinados sistemas de gobierno. Se ridiculiza el comunismo a través de personajes como Stalin, Mao Tse-Tung y Kim Il-Sung, retratándolos como figuras altamente desconfiadas pero, en definitiva, fáciles de engañar. Lo mismo ocurre con el capitalismo occidental, totalmente cegado por su sentimiento de superioridad característico hacia el resto de la humanidad.






En la parte que narra las aventuras de Allan ya como hombre centenario también es evidente una crítica a las fuerzas de seguridad, a los medios de comunicación y a los jueces actuales. Tanto los unos como los otros llevan a cabo su trabajo a ciegas hasta cierto punto, dando información a la población que no es del todo veraz, en ocasiones sin contrastar y exponiendo teorías aún por comprobar.

En definitiva, nos encontramos ante un libro ligero, entretenido y fácil de leer con un interés mayor del que el título o el tema puedan transmitir en un principio.


Por cierto, me resulta muy curiosa la alusión que se hace a la figura de Fabergé, al que se le llama Fabbe, y a uno de sus famosos huevos de Pascua, considerados obras maestras de la joyería y que tenían como destinatarios los zares y la alta burguesía rusa de finales del siglo XIX y principios del XX.



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